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Alimentos Cero Kilómetro: sostenibilidad, salud y ahorro

Por Silvia Martínez


Roma (PL) Cada vez con mayor dinamismo se expande por el mundo la idea de producir cerca de los hogares, alimentos más frescos, saludables, variados, autóctonos, económicos y amigables con el medioambiente.

El Alimento Cero Kilómetro (0KM), más que un concepto es una filosofía en la forma de producir y vender, asociada con el Slow Food (comida lenta), un movimiento que insta a combinar el placer y el conocimiento al comer.

Esa iniciativa, impulsada por el gastrónomo italiano Carlo Petrini en 1986 en Bra, ciudad de la provincia de Cuneo, región de Piamonte de apenas 30 mil habitantes, dio paso al 0KM.

Tres años después Slow Food adquirió carácter internacional durante un encuentro sobre temas alimentarios realizado en París, donde se presentó con un caracol como emblema, símbolo de lentitud.

Con ello se pretendió llamar la atención sobre la rapidez de la vida cotidiana actual, en la cual las personas apenas se sientan a la mesa y acuden con mayor frecuencia a la comida rápida.

Contra la tendencia a 'convertirnos en un mundo de sabores universales, donde no se respeten las tradiciones de cada país, de cada región y aún de cada población', ese movimiento se extendió paulatinamente por más de 150 países y acoge actualmente a cerca de 90 mil socios.

Más allá de comer por comer y de satisfacer una necesidad biológica, se trata de saber qué se consume, cuán natural y saludable es, y en particular apuesta 'por salvaguardar tradiciones nacionales amenazadas por la invasión de comida rápida extranjera', promover el desarrollo local sostenible y la armonía con el medio ambiente.

Para Petrini, el padre de la idea y presidente de la asociación Slow Food, la cadena de alimentación pasa por muchas manos e intereses económicos durante el proceso hasta llegar al consumidor, de ahí la idea de crear un modelo de producción a pequeña escala, sostenible y local.

0KM, o como también se le conoce KM0, promueve alimentos ecológicos que como máximo, demoran un día en llegar al punto de venta o a la mesa, próximo al lugar de residencia, o recorre cuando más 100 kilómetros para preservar frescor y calidad.

La proximidad de la producción al consumidor significa un importante aporte para mejorar el medioambiente y detener el cambio climático.

Al tratarse de modalidades agrícolas y cultivos tradicionales, además diversos y con técnicas apropiadas en el manejo del ganado, asegura una explotación adecuada del suelo y disminuyen las emisiones de gases de efecto invernadero.

De igual modo al reducirse el uso de medios de transporte en el traslado de los productos, además del ahorro energético, mejora la calidad del aire al disminuir las Pm10, partículas de polvo generadas por los vehículos automotores, que por su fina textura superan los filtros nasales y provocan severos daños a la salud.

Con esta forma de venta directa es menor el uso de envases y embalajes, así como las pérdidas residuales por desechos en la cadena productiva, innecesariamente larga, máxime cuando involucra al transporte internacional, sumado al ahorro por concepto de almacenamiento y combustible.

Los productores locales obtienen importantes beneficios que redundan en estímulos para lograr mejores, mayores y más variadas producciones pues accederían a un mercado al alcance de la mano y por tanto con mayores ingresos.

Ellos decidirían sobre los precios que por lo regular suelen ser más bajos al desaparecer los intermediarios y otros costos de la cadena hasta llegar a la venta al público.

Esa modalidad aporta al producto el sello particular de su procedencia, el cual, por lo regular, responde a una identidad familiar, modo de producción, origen, características nutricionales y otros aspectos que le atribuyen mayor aceptación entre los consumidores y aportan a su vez, valores agrícolas y tradicionales al territorio.

PRODUCCIÃ'N Y VENTA DIRECTA DE LA MANO DE CAMPAÑA AMIGA 

Las compras a cero kilómetro reducen el desperdicio de alimentos en comparación con los sistemas tradicionales, indica un análisis de la asociación de productores directos Coldiretti.

Apoyada en datos de 2017 del Instituto Superior para la Protección del Medio Ambiente y la Investigación (Ispra), la entidad italiana explicó que las pérdidas de alimentos de quienes compran en los sistemas agrícolas directos fluctúan entre el 15 y el 25 por ciento, frente al tradicional ubicado entre el 40 y 60 por ciento.

Quienes se abastecen exclusivamente a través de redes de alimentos alternativos desperdician menos porque, destacó Coldiretti, son más frescos y duran más, además de evitar la transportación por largas distancias, con la consecuente contaminación atmosférica causada por la combustión de los motores.

Datos comparativos de ese ente contrasta que un kilogramo (kg) de cerezas de Chile, para llegar a las mesas italianas debe recorrer casi 12 mil kilómetros con un consumo de 6,9 kg de petróleo y la emisión de 21,6 kg de dióxido de carbono.

De igual modo, un kg de arándanos de Argentina debe volar por más de 11 mil kilómetros con un consumo de 6,4 kg de petróleo que liberan 20,1 kg equivalentes de dióxido de carbono.

En Italia, más de 130 mil granjas realizan ventas directas, además de existir en este país la mayor red de agricultores sin intermediarios, organizada a través de la Fundación Campaña Amiga.

Ella consta, según Coldiretti, de mil 250 mercados y dos mil 200 granjas, 550 restaurantes, 210 jardines urbanos y 30 puntos de venta de comida en espacios abiertos, a donde llegan los productos cultivados en unas 200 mil hectáreas de tierra.

Una amplia gama de productos locales comprados directamente a sus productores como vino, aceite de oliva, salami, queso, leche, frutas, verduras y hasta flores.

Para Roberto Moncalvo, presidente de Coldiretti 'comprar productos a cero kilómetro es una señal de responsabilidad hacia el territorio, a la protección del medio ambiente y el paisaje circundante, de apoyo a la economía y el empleo local'.

Esos lugares de venta devienen, añadió, 'un lugar de consumo y también un espacio de educación, socialización, cultura y solidaridad'.

El 59 por ciento de los italianos compra al menos una vez al mes productos locales a cero kilómetro. Uno de los lugares emblemáticos para estas compras está ubicado en Milán, al norte de Italia, en el entorno del Castello Sforzesco, desde la plaza del Cannone hasta la de Castello.

Los principios sobre los que se sustenta la producción 0KM encajan con la economía circular.

Ambas modalidades se basan en producciones eficientes, con bajas emisiones de carbono, además de crear oportunidades de crecimiento y empleo, optimizar el uso de recursos energéticos y agua, tan necesarios en la agricultura, al tiempo de asegurar el reciclado y disminuir los residuos y pérdidas.

Un proyecto con un alcance tan universal que involucre a tantos productores, familias y localidades precisa de un apoyo gubernamental, institucional y una marcada intencionalidad de desarrollo sustentable.

Las ventajas competitivas del 0KM a favor de la salud ambiental y de las personas favorecen el ahorro de los consumidores y fondos públicos, por el solo hecho de cuanto significa en el ahorro de petróleo, elemento que representa el 35 por ciento de los costos en la distribución de los productos.

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